
"Muy pronto tendrán que elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil." (Albus Dumbledore a Harry Potter). Rowling, J.K (2000), “Harry Potter y el Caliz de fuego”. Reino Unido. Salamandra.
Actualmente en la televisión chilena observamos la mayor cantidad de programas de farándula en la historia de esta, en lugares impensables hace años atrás en una parrilla programática, como por ejemplo, en formato matinales y programas shows prime-time, hasta el extremo de dedicar tiempo para estas trivialidades en los noticieros de algunos canales, con líneas editoriales cuestionables desde tiempos de dictadura, quitando tiempo a noticias internacionales demasiado importantes para la generación de opinión en cuestiones de carácter nacional e internacional.
Considerando que todos los nuevos comunicadores deben pasar por un curso de ética, donde son enseñadas virtudes para edificación del ser humano y el uso de esto para mejorar el medio, esta tendencia debería haber cambiado hace tiempo, pero a mi parecer, como público y espectador con formación audiovisual, el hecho ha ido incrementándose cada vez más, cuando en realidad la calidad de los programas y de los noticieros debería ser más formadora en valores para la comunidad sin dejar de entretener e informar debidamente.
El señor Rodrigo Danús en el año 2001 con su productora Broadeyes, basándose en segmentos de “cahuines” de algunos shows de la televisión argentina, diseñó este tipo de programas de farándula, en donde se empezó a escudriñar en la vida privada de los famosos. Esto factura 130 millones de pesos mensuales ¿a costa de qué?, de generar un mal hábito en la audiencia y en la competencia puesto que actualmente existen programas de este tipo en todos los canales de la señal abierta. También los programas de información sensacionalistas, muy de moda luego de las tragedias, facturan mucho dinero a costa de invasión a la intimidad de las victimas. Por lo visto aquí lo que manda es el dinero que este tipo de programas genera ya que el rating atrae a los auspiciadores y se les puede demostrar con estadísticas a los empresarios que los avisos de sus productos serán vistos por muchas personas.
No puede ser que en un país que se supone proyecta estabilidad, compromiso, visión de futuro y la “Do it the Chilean Way” luego del circo mediático del rescate de los mineros, la realidad comunicacional del país sea tan hipócrita dando una imagen del medio comunicacional que no es lo que es.
Las instituciones que forman a los futuros comunicadores poco pueden hacer al respecto, ya que, aunque el docente tenga las mejores intenciones de instruir bien en los valores y virtudes al almuno, al momento de salir de la casa de estudio, el verdadero panorama es muy distinto. La ingenuidad de los estudiantes al decidir estudiar comunicaciones, por la pasión que les puede generar el mundo de las imágenes o sus ganas de ayudar desde aquí a forjar una sociedad mejor, al final se ve truncada.
Muchos productores, directores y rostros de televisión defienden la idea de los programas de farándula e informes periodísticos sensacionalistas, aduciendo a que “es lo que el público quiere ver”, cuando en la realidad de nuestro país, es el comunicador quién determina lo que el público ve, puesto que la educación en Chile es deficiente para los sectores más amplios, o sea, los más pobres de la sociedad, (considerando que la calidad de la educación es proporcional a la capacidad económica de la familia de los estudiantes) el criterio de la masa al juzgar lo que ve deja mucho que desear. “La culpa no es del chancho es del que le da el afrecho” Anónimo, cultura popular.
Existe la lógica necesidad de trabajar. El comunicador audiovisual debe pagar cuentas y subsistir como todo el mundo en la sociedad actual, por este motivo al momento de acceder a un trabajo en un programa de farándula o en un noticiero con líneas editoriales dudosas sólo queda aceptar, ya que como es inculcado en el estudio de la carrera “todo es currículum”.
Aunque esta sea la triste realidad actualmente, considero que es muy distinto tener como trayectoria profesional haber pertenecido al staff de “Yingo”, “Don Diablo”, Propagandas políticas o de gobierno llenas de mentiras y oscuros/ocultos propósitos de manejo sistemáticos de la población, en contraste a un programa con contenidos más edificantes para la sociedad. No sólo los programas de documentales persiguiendo al Pudú o a un Cóndor con la cámara, arriesgándose a caer a un río por tener la imagen, pueden contener un gran valor, tomo como ejemplo un programa de humor que antes de usar la “picardía del chileno” llena de machismos y garabatos, hace un esfuerzo por entretener de manera inteligente, ingeniosa e irreverente si es necesario, pero con un subtexto, que deje algo más a pensar en el espectador, como modelo puedo nombrar al “Club de la Comedia”, “Plan Z”, los cuales han sido cuestionados fuertemente por su tipo de humor ya que toca temas que para el CNTV no son graciosos pero sí para el público objetivo de estos programas, lo cual acusa también que las autoridades de todos los ámbitos no avanzan junto con la sociedad y existe censura en este país que se autodenomina “democrático”. Aprovecho de mencionar el valioso ejemplo argentino del “Show de Peter Capussotto” que sigue una línea de humor inteligente sin caer en banalidades superfluas.
En el caso de los informativos se agradece el trabajo periodístico de “Informe Especial” y “Contacto” que lejos de ser sensacionalistas, como el programa de persecución criminal “PDI”, indagan en temas que comúnmente no son investigados a fondo por los noticieros o periodistas convencionales porque las líneas editoriales no se lo permiten.
Tomando todo lo anterior se observa un panorama muy difícil para dedicarse a productor, pero he tenido el agrado de conocer a productores que han tenido el coraje, el valor o simplemente la oportunidad de rechazar ofertas del medio ya que según sus propias palabras “se contrapone con mi ética trabajar en ese tipo de programas”.
“La esperanza es lo último que se pierde”, “tengo fe en Chile y su destino” pueden ser las palabras propicias para terminar este tema, pero no soy tan optimista, el medio está viciado y lo estará mucho tiempo más, ya que el poder del dinero es el que manda y no los valores morales, así como en muchas otras actividades profesionales donde la ética enseñada no es aplicada.
Caímos ahora en que si se enfrentan los valores adquiridos en clases, versus la necesidad de trabajar queda: El camino difícil, al rechazar puestos en programas cuestionables según la ética y empezar una búsqueda personal de oportunidades, que aunque no generen mucha estabilidad económica y sea muy difícil financiarse proyectos en este país sin tener “pitutos”, te den al final una satisfacción moral al tener la posibilidad de dejar algo en el público, algo que se les ha privado. El camino fácil: trabajar en el medio farandulero o de propaganda noticiosa maliciosa y obviar la ética, o más simple aún, no cuestionárselo a niveles mayores y dedicarse a hacer bien tu actividad especifica para la que te entrenaron.
Finalmente, considero que se puede ocupar la ética aprendida en el Instituto para ser mejor ser humano no importando el lugar donde trabajes (siempre que no se trate de hacer pasar asesinatos políticos por crímenes pasionales o similares vejámenes contra los derechos humanos) y obligarse a ser buen compañero de trabajo, consiente de que se está tratando con seres humanos y no con seres mecánicos que cumplen una función en pos de un proyecto, cualquiera que este sea.
“Si alguien ejecuta algo bajo presión es sencillo afirmar que no es responsable, porque la persona depende de la sociedad y acepta sus normas. Pero al formular esta idea, se puede observar hasta que punto el concepto contradice nuestro sentido de lo justo. La presión exterior, de algún modo disminuye la responsabilidad de la persona, pero no la elimina del todo.” Eistein, Albert (2007). Asi lo veo yo, (recopilación de reflexiones), Editorial Longseller.
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